La amnistía es, sin ninguna duda, el asunto más grave que se ha producido a lo largo de todo el gobierno presidido por Pedro Sánchez. Asuntos menores, como que se encierre a la gente tres meses en sus casa de forma ilegal, se les pongan cosas en los brazos de dudosas consecuencias, se les arruine sus empresas y sus trabajos, o se les esté preparando un futuro más que incierto, son cosas sin importancia y ridículas, si el que sufre las consecuencias no es movilizado contra ellas por el pastor de turno.
Pero hoy domingo, el pastor ha dado la orden de movilización oportuna y sus feligreses han acudido raudos y veloces a la llamada. Que el pastor en cuestión hiciera exactamente lo mismo que aquel contra quien se protesta es algo que, para sus fieles, carece de importancia. Y es que nosotros no podemos ser tan crueles para criticarlo porque el Comité de Expertos, en el que se apoyaba el «protestado» y el pastor de la movilización de hoy, nos contaba que todas las medidas eran necesarias y eficaces, a pesar de que, por motivos de seguridad, aún desconozcamos los nombres de los miembros de ese comité.
Ochenta mil han sido las personas que han acudido a la manifestación y que han gritado eslóganes como ‘España contra la amnistía y corrupción. Dimisión ya’, ‘Sánchez fuera del partido. Sánchez traidor y mentiroso’ o ‘Rata vende patria’. Por otra parte, los organizadores de la misma han anunciado varios tipos de protestas más como salir al balcón a aplaudir a las ocho, o participar en algún baile de TikTok.
Entendemos perfectamente que este tipo de manifestaciones convoquen a tanta gente y no suceda lo mismo con las convocadas para proteger al sector agrícola, para luchar contra la Agenda 2030, contra el tratados de Farsemias de la 0M$, o similares. Al fin y al cabo, lo más importante es quién convoca las protestas y los que convocan estas no son más que «magufos» y «bebelejías conspiranoicos».
¡Vivan las cadenas, carajo!