¡Ay, Rosa Villacastín, qué mente privilegiada! En un tuit que parece sacado de una sitcom de enredos, la ilustre periodista propone que si Trump se pone cariñoso con Putin, la Unión Europea debería tirar los tejos a China. ¡Brillante, Rosa, brillante! ¿Para qué lidiar con la realidad cuando puedes montar un culebrón geopolítico digno de Netflix? Estamos en marzo de 2025, con Trump apretándole las tuercas a Ucrania y Putin paseándose por Donetsk como si fuera su patio trasero, y a Rosa se le ocurre que la solución es un trío amoroso con Xi Jinping. Esto no es política, es un guion de Almodóvar con menos glamour y más risas.

Vamos a ver, Rosa, ¿en serio? China y Rusia ya son como uña y carne desde su “amistad sin límites” de 2022, y mientras Putin lanza tanques, Xi le manda tecnología de doble uso como quien pasa las palomitas en el cine. ¿Y tú crees que la UE puede meterse en esa cama y salir oliendo a rosas? Imagínate a Bruselas y Pekín dándose la mano, cantando kumbayá, mientras Moscú sigue bombardeando Ucrania. Es tan absurdo que hasta las ovejas del hilo de la pandemia parecerían estrategas militares al lado de esta idea.
Pero espera, que el disparate no acaba ahí. Rosa parece olvidar que la propia UE es un circo de tres pistas: Alemania y Hungría ya están medio enamoradas de China con sus acuerdos comerciales, mientras Sánchez, nuestro Pedro el viajero, se fue de tournée a Pekín en 2024 a pedir inversiones y volvió con un palmo de narices cuando la UE le metió aranceles a los coches eléctricos chinos. ¿Y ahora qué, Rosa? ¿Que la UE se tire de cabeza al dragón porque Trump coquetea con Putin? Eso es como salir de un incendio corriendo hacia un volcán en erupción. ¡Ole tú!
En fin, Rosa Villacastín ha dado en el clavo… si el clavo fuera montar un reality show internacional. Porque su idea de aliarse con China para “castigar” a Trump es tan lógica como pedirle a un tiburón que te salve de un cocodrilo. Mientras Rusia y China se ríen en los BRICS y la UE sigue discutiendo si el café del desayuno es descafeinado o no, Rosa sueña con un romance transcontinental que solo podría funcionar en una dimensión donde las leyes de la geopolítica sean opcionales. Gracias, Rosa, por el momento cómico del día. Ahora, si nos disculpas, el mundo real sigue girando… y no precisamente a tu ritmo.