¡Oh, qué tiempos tan gloriosos aquellos de la farsemia! Corría el 2020 y la gente hacía cola como pingüinos amaestrados detrás de las líneas rojas del supermercado, agarrando sus mascarillas como si fueran el escudo del Capitán América frente al fin del mundo. Ahora, en marzo de 2025, el hilo de @plaforscience en X nos refresca la memoria con un sarcasmo tan afilado que corta como cuchillo en mantequilla: «Comportamiento porcino», lo llama, y no podríamos estar más de acuerdo mientras vemos a esos mismos exvalientes esconder la cabeza bajo el ala, avergonzados de su obediencia ciega a reglas que hoy suenan a chiste malo.
Muchos callan para no tener que recordar, asumir y aceptar su propio comportamiento porcino
— plaforscience (@plaforscience) March 3, 2025
Callan, incluso aunque el precio sea dejar impunes a los responsables de haberles forzado a esa vergonzosa sumisión a lo que eran evidentes sinsentidos inútiles
Siguen detrás de la Raya pic.twitter.com/4tJt2X79dM
¿Quién no recuerda esas fotos de familias en la playa, mascarilla puesta y mirada perdida, como si el virus acechara entre las gaviotas o se escondiera en las algas? El hilo las saca a relucir con un GIF de ovejas que dice más que mil palabras: éramos un zoo en pleno espectáculo, y ahora los trolls y las cuñadas de turno, esos guardianes del «ya pasó, olvídalo», se retuercen cuando alguien les pone el espejo delante. España, con sus normas de mascarilla obligatoria al aire libre —¡hasta en un descampado, señores!—, se llevó el premio a la sumisión más creativa de Europa, y el tuit lo clava: «Cadenas psicológicas que aún pesan». Qué poético, qué ridículo.
Y es que en 2025, con el C0V1D declarado más muerto que el fax y la guerra de Rusia en Ucrania copando titulares, da risa —o pena— recordar cómo nos dejamos llevar por el pánico. El hilo no se corta: «Vergüenza histórica», dice, mientras las imágenes de ovejas en procesión nos señalan con el dedo y se mean de la risa. Nos pintaron líneas en el suelo, nos mandaron a respirar nuestro propio CO2 bajo el sol de agosto y nosotros, obedientes, dijimos «sí, bwana». Ahora, los que aplaudían desde el balcón y miraban mal al vecino sin bozal fingen demencia, pero el hilo de @plaforscience no olvida ni perdona: «Fuimos animales de granja, y lo sabemos».
Así que aquí estamos, cinco años después, riéndonos del rebaño que fuimos mientras esquivamos la mirada en el espejo. Porque si algo deja claro este hilo, con sus dardos y sus GIFs, es que la farsemia no solo nos puso mascarillas: nos puso en ridículo eterno. Y lo peor es que muchos aún creen que la culpa fue del virus, no de su estampida al corral. ¡Bravo, humanidad, bravo!