En un giro digno de una comedia de enredos, nos enteramos de que el presidente Pedro Sánchez ha estado viajando durante horas en un Peugeot atestado con Koldo García, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, los protagonistas estelares del escándalo del siglo, y ¡sorpresa!, no se enteró de nada. Sí, amigos, parece que Sánchez tiene un talento sobrenatural para la distracción, o tal vez un par de auriculares mágicos que bloquean cualquier murmullo de corrupción. Vamos a desentrañar esta hilarante odisea con un toque de ironía, porque, francamente, ¿quién podría resistirse?
Imaginemos la escena: un Peugeot abarrotado, con Koldo al volante (probablemente negociando contratos de mascarillas por Bluetooth), Ábalos en el asiento del copiloto susurrando planes maquiavélicos, y Cerdán en la parte trasera grabando audios comprometedores mientras revisa adjudicaciones públicas. Y ahí, en medio de este cónclave de intrigas, está Sánchez, con una sonrisa beatífica, mirando por la ventana como si estuviera en un tour turístico por la sierra de Guadarrama. «¡Qué bonito el paisaje!», debe haber pensado, mientras los demás tejían una telaraña de corrupción digna de una telenovela. ¿Será que el aire acondicionado del Peugeot venía con un filtro anti-escándalos?
La Guardia Civil, con su informe de 490 páginas, nos cuenta que las grabaciones de Koldo capturaron conversaciones que implican a Ábalos y Cerdán en contratos turbios desde 2019. Pero, ay, Sánchez, el pasajero estrella, jura por su vida que no oyó ni un susurro. ¿Acaso llevaba tapones para los oídos de última generación? ¿O quizás estaba tan absorto canturreando «Resistiré» que no notó las risitas malévolas de sus compañeros de viaje? Porque, vamos, pasar horas en un coche con estos personajes y no pillar ni una pista es un récord digno del Guinness.
Y luego está la teoría del «efecto Peugeot»: un fenómeno en el que, al parecer, el espacio cerrado del vehículo crea una burbuja de ignorancia presidencial. Según fuentes cercanas al caso (o sea, mi imaginación desbordada), Sánchez podría haber estado practicando discursos para la próxima cumbre europea, ajeno a que su equipo de confianza estaba más ocupado planeando su próximo movimiento en el Monopoly de la política que en ayudarlo a gobernar. «¡Koldo, gira a la izquierda… o mejor, a la cuenta bancaria offshore!», debió sonar en el habitáculo, mientras Sánchez asentía distraídamente, pensando en la próxima foto con un bebé.
El PP, por supuesto, no pierde la oportunidad de burlarse, lanzando su video «La Banda del Peugeot» como si fuera el tráiler de una película de acción. Pero, ironías aparte, lo más cómico es que Sánchez sigue proclamando su inocencia con la cara más seria del mundo. «Yo no sabía nada, estaba demasiado ocupado siendo un líder ejemplar», parece decir, mientras el resto de España se pregunta si el Peugeot venía con un compartimento secreto para guardar secretos de Estado… o al menos un manual de «Cómo ignorar lo obvio en cinco lecciones».