Qué maravilla, qué espectáculo, qué despliegue de clarividencia periodística nos regaló Almudena Ariza, la estrella de Televisión Española, cuando Bashar al Assad cayó en diciembre de 2024. Allí estaba ella, con esa seguridad que solo da el sueldo público y el teleprompter, señalándonos con el dedo a los pobres mortales que osábamos sospechar que el nuevo gobierno islamista de Siria, liderado por los angelitos de Hayat Tahrir al-Sham (HTS, ex-Al Qaeda para los despistados), no iba a ser precisamente un club de fans de la tolerancia y los derechos humanos. “¡Catastrofistas! ¡Conspiranoicos!”, parecía gritar entre líneas mientras nos vendía la moto de una “coalición moderada” que iba a traer paz, amor y respeto a las minorías. ¡Qué risa, Almudena, qué risa!

Nosotros, los ignorantes, los que no tenemos su olfato periodístico ni su acceso a las fuentes oficiales (esas que nunca se equivocan, claro), decíamos: “Oye, que estos tíos vienen de degollar gente en nombre de la yihad, igual no son de fiar”. Y ella, desde su púlpito en TVE, nos miraba por encima del hombro como quien ve a un niño diciendo que el cielo es verde. “Tranquilos, que esto es el amanecer de una nueva Siria”, parecía insinuar con ese tono de sabelotodo que tan bien le sale. Y nosotros, pobres tontos, pensando en los alawitas, los cristianos y demás minorías que, según la historia reciente, suelen ser los primeros en la lista de “ajustes de cuentas” cuando los barbudos toman el poder. Qué exagerados éramos, ¿verdad, Almudena?
Pero mira tú por dónde, llegamos a marzo de 2025 y, ¡sorpresa!, la “coalición moderada” de Almudena ha resultado ser un pelín menos moderada de lo que nos prometió. Más de 1.000 muertos en unos días, 745 de ellos civiles, muchos alawitas masacrados en sus propios pueblos por las fuerzas del nuevo régimen. Casas quemadas, familias enteras pasadas a cuchillo, y un olor a limpieza étnica que ni el perfume más caro de Damasco puede disimular. ¿Y qué hace nuestra querida Almudena Ariza ante este panorama? ¿Se disculpa por vendernos un cuento chino? ¿Reconoce que igual, solo igual, los “conspiranoicos” teníamos algo de razón? ¡No, qué va! Ahora la jugada maestra es girar el guion y decir que, en realidad, todo esto es culpa de… ¡los hombres de Al Assad!
Sí, señores, habéis leído bien. Según la nueva narrativa de Almudena, esas matanzas no las han cometido los santos varones de HTS, que ella misma nos pintó como los libertadores del pueblo sirio, sino los restos del régimen de Al Assad, esos leales alawitas que, al parecer, se han dedicado a masacrarse a sí mismos para hacer quedar mal al nuevo gobierno. ¡Qué ingenioso, qué retorcido, qué conveniente! Es como si te roban la cartera y el ladrón te dice que fue tu abuela la que la escondió para fastidiarte. Y ahí está Almudena, con esa cara de “yo no me equivoco nunca”, intentando convencernos de que el desastre que tenemos delante de las narices es solo un malentendido, una travesura de los perdedores.
Qué maravilla de periodismo, oye. Primero te vendo la película de que los lobos son corderitos, luego los lobos se comen al rebaño entero, y cuando te quejas, te digo que los corderos se autoinmolaron para desprestigiar a los lobos. Almudena Ariza, la reina del “ya os lo dije” cuando todo sale bien y del “no es lo que parece” cuando la realidad le estropea el titular. A este paso, la próxima vez que hable de Siria nos dirá que las bombas son abrazos mal interpretados. Bravo, Almudena, bravo. ¿Para cuándo el Pulitzer a la mejor ficción?
