Preparen sus gafas de sol y su crema solar, porque el verano está aquí, y con él, el momento favorito del año para nuestro querido presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Agosto, ese glorioso mes en el que España se transforma en un paraíso de chiringuitos, cañas frías y siestas interminables bajo la sombrilla. ¿Y saben quién está contando los días para que llegue? Sí, exacto, ¡nuestro Pedro! Porque, amigos míos, agosto no es solo el mes de las vacaciones; es la gran cortina de humo que cubre con arena y salitre los escándalos de corrupción que parecen perseguirlo como moscas a un picnic.
Imaginemos la escena: Pedro, con una sonrisa de oreja a oreja, sentado en su despacho, mirando el calendario como si fuera el mapa del tesoro. “¡Agosto, mi dulce agosto!”, murmura mientras acaricia una foto de una playa abarrotada. Y no es para menos. En agosto, España entra en un estado de amnesia colectiva. La gente cambia los titulares por cubos y palas, las noticias por el último hit del verano y las preocupaciones por decidir si el tinto de verano lleva más limón o soda. ¿Escándalos de corrupción? ¿Casos de maletines, comisiones dudosas o contratos sospechosos? ¡Por favor, que no interrumpan el tercer mojito de la tarde!
Y es que Pedro lo sabe: en agosto, el español medio está demasiado ocupado buscando aparcamiento en Benidorm o discutiendo si la paella lleva guisantes (spoiler: no los lleva, pero esa es otra guerra). Mientras tanto, los titulares sobre supuestas corruptelas se desvanecen como el hielo en un gin-tonic bajo el sol de mediodía. “¿Que hay un informe sobre financiación irregular? ¡Bah, ya lo leeré en septiembre!”, dice el ciudadano de a pie mientras se unta más protector solar. Y Pedro, astuto como un zorro en chanclas, lo tiene todo calculado. Agosto es su oasis, su escapatoria estival.
No podemos culparlo, en serio. ¿Quién necesita una estrategia de comunicación cuando tienes un país entero en modo “modo vacaciones”? Los escándalos se acumulan, las portadas de los periódicos gritan, pero en agosto, España es un oasis de despiste. “¿Corrupción? ¿Qué corrupción? ¡Pásame otra caña, Manolo!”. Y mientras tanto, Sánchez se relaja, quizás con un helado en la mano, sabiendo que el calor y las olas harán su magia. Para cuando llegue septiembre y la gente empiece a desempolvar sus indignaciones, él ya tendrá una nueva pose de estadista preparado para desviar la atención. ¡Maestro!Pero no nos engañemos, Pedro no es el único que conoce el truco.
Agosto es el mes en el que todos los políticos respiran aliviados, pero él, con su carisma de estrella de Netflix y su olfato para la oportunidad, lo lleva a otro nivel. Mientras los titulares se acumulan como castillos de arena, él sabe que el mar de la desidia veraniega se los llevará. Y si algo se le escapa, siempre puede contar con una foto en bañador en Doñana para distraer al personal. ¡Funciona como un hechizo!
Así que, queridos compatriotas, disfrutad de vuestras cañas y vuestras playas, pero no os sorprendáis si en septiembre os encontráis con un par de titulares atrasados sobre “cositas raras” en el Gobierno. Porque mientras vosotros bailabais el chiringuito, Pedro Sánchez estaba brindando por agosto, el mes en el que España se olvida de todo… menos de pedir otra ronda.