Si la hemeroteca hablara, no pararía de reírse a carcajadas. Imagínense la escena: es 2011, el mundo aún se recuperaba de la enésima crisis económica, se preparaba para la siguiente (y de los peinados de Justin Bieber), y de repente, en un plató de televisión, aparece Kiko Matamoros con una cara que parece salida de una película de zombis low-budget. Ojos entrecerrados como si estuviera negociando con el sol, expresión de «no veo ni la mano que me da el pan», y soltando la bomba: «En unos meses me quedo ciego total». Sí, queridos, el hombre que hoy nos deleita con sus opiniones afiladas como un bisturí de cirujano plástico confesó que el glaucoma le tenía acorralado.
Y no era postureo: en el vídeo que ha desenterrado la twittera @paquidiaze (bendita sea su memoria de elefante con WiFi), Kiko aparece junto a Jorge Javier Vázquez en un «Unplugged» que más bien parece «Desenchufado de la realidad». Miradlo: cejas caídas, mirada perdida, y una voz que dice «adiós cruel mundo» mientras el otro intenta no dormirse en directo. ¡Drama nivel Óscar!
#YoMeRebelo13D
— paqui (@paquidiaze) December 13, 2025
@KikoMatamoros tío no te vayas todavía,me tienes que explicar cómo quedó este asunto. Desde el 2011 que estoy en un sin vivir.
Y si, antes de que preguntéis son @KikoMatamoros y @jjaviervazquez sé que os cuesta creer,pero son.Han cambiado muchas cosas eh artista pic.twitter.com/wl2eSAgCZs
Pero esperen, que la cosa no queda ahí. Porque este señor, que en 2019 aún nos tenía en vilo con actualizaciones tipo «ya no veo por el ojo derecho y el izquierdo va para atrás», hoy en día pasea por los pasillos de de las televisiones con la vitalidad de un millennial en un almuerzo de tostadas con algo. ¿Qué ha pasado? ¿Un pacto con el diablo en forma de gotas para los ojos? ¿O es que el glaucoma, al ver quién era su víctima, decidió: «Nah, este tío es demasiado heavy, me rindo»? Porque, vamos a ver, de «casi ciego» a «veo hasta los tuits de mis haters» hay un salto que ni Usain Bolt en sus buenos tiempos.
Y no hablemos del páncreas, que en 2020 le dio otro susto con una pancreatitis post-operatoria que lo tuvo en la UCI más tiempo del que tardó en grabar un reality. «Milagro», dicen sus fans. «Efecto Photoshop en la vida real», replican los escépticos. Yo, desde mi sofá, solo puedo aplaudir: Kiko, si recuperarte de eso es tan fácil como cambiar de pareja televisiva, enséñame el truco, que yo tengo un resfriado que no se va ni con dinamita.

El post de Paqui es un bombazo de nostalgia tóxica: «#YoMeRebelo13D, @KikoMatamoros, no te vayas todavía, explícame cómo quedó este asunto. Desde 2011 que estoy en un sinvivir». Y tiene razón, ¡claro que la tiene! Han cambiado tantas cosas que cuesta creer que sean los mismos. El Kiko de entonces parecía un extra de «The Walking Dead»; el de ahora, un influencer senior con filtro de «eternamente cabreado pero guapo». ¿Tratamientos milagrosos? ¿Cirugías secretas en una clínica suiza? ¿O simplemente, como en todo buen culebrón español, era un poquito de exageración para subir la audiencia? Porque, seamos sinceros, en la tele española, una lágrima bien colocada vale más que mil guiones de Netflix.

Y ahora, la pregunta que me quita el sueño (y que le quita a Paqui el «sinvivir»): ¿cómo demonios se recupera uno de un «me quedo ciego inminente» para acabar viendo el mundo en HD 4K? ¿Fue la fuerza de voluntad, un chamán andaluz con poderes, o simplemente… ¿las luces del plató eran tan malas que todo el mundo parecía medio ciego? Kiko, si lees esto, suelta prenda. O al menos, invita a un café. Porque si tu secreto es «ignorar a los médicos y seguir fumando en directo», yo me apunto. ¡Salud (y vista) por los milagros que no nos creemos del todo!







































