¡Oh, qué alegría, qué alborozo! Jesús Cintora ha vuelto a RTVE con su nuevo programa Malas lenguas, y no podríamos estar más… ¿emocionados? Bueno, más bien estupefactos. Este regreso triunfal, que huele a recompensa por servicios prestados al gran líder Pedro Sánchez, nos ha regalado un espectáculo de sectarismo tan descarado que casi da risa. Casi. Porque, claro, cuando te das cuenta de que este circo nos cuesta 32.000 euros por episodio, la risa se convierte en un llanto silencioso.
El estreno de Malas lenguas el 10 de abril de 2025 fue todo un evento… para olvidar. Un 11,8% de audiencia combinada entre La 1 y La 2, por debajo de la media de ambas cadenas. Pero, oye, ¿quién necesita audiencia cuando tienes el respaldo de Moncloa? Con un presupuesto de más de 2 millones de euros para 63 programas, parece que Sánchez ha decidido que Cintora merece un cheque en blanco por su lealtad. Y es que, recordemos, este hombre ya fue echado de RTVE en 2021 por ser demasiado polémico y tener bajas audiencias con Las cosas claras. Pero, ¿qué son un par de tropiezos cuando tienes un amigo en el poder? ¡Vuelta a la tele pública, y con más presupuesto que nunca!
El programa promete “luchar contra los bulos” y ofrecer “rigor periodístico”. ¡Qué bonito suena! Pero luego te sientas a verlo y… ay, amigo. Cintora dedica 22 minutos a hablar de Franco, porque, claro, ¿qué hay más actual que un hombre que lleva muerto medio siglo? Mientras tanto, el escándalo de Ábalos, con un chalet de Air Europa de por medio, se despacha en 30 segundos. ¿La llamada a Begoña Gómez? Ni mencionarla. Prioridades, supongo. Si Franco sigue siendo el enemigo público número uno, ¿para qué molestarse con los líos del PSOE?
En un supuesto monólogo de “humor” (las comillas son importantes), Cintora se despacha a gusto contra el Rey Juan Carlos, Feijóo, Ayuso y Abascal. ¿Sánchez, Ábalos, Koldo o el hermano del presidente? Ni un chiste, ni una mención. Parece que el humor de Cintora tiene un filtro ideológico que solo permite atacar a la derecha. ¡Qué casualidad! También se atreve a reescribir la Transición con una visión maniquea que haría sonrojar a cualquier historiador serio, pero, claro, en Malas lenguas la seriedad es opcional.
Y luego está el momento estelar: Cintora “verifica” unas palabras de Feijóo sobre los aranceles, diciendo que miente porque Trump es “un matón de derechas”. ¡Toma periodismo de investigación! Mientras tanto, las investigaciones sobre la mujer y el hermano de Sánchez no merecen ni un segundo de pantalla. ¿Eso es política, no periodismo? Claro, Ernesto Ekaizer, tertuliano estrella, lo deja clarito: aquí se hace “periodismo”, no se habla de los trapos sucios del jefe.
El plantel de invitados es para enmarcar. Héctor de Miguel, condenado por faltar al honor y conocido por perlas como querer “dinamitar el Valle de los Caídos” y “tirar las bombas a los curas”, es el elegido para “verificar” fake news. Y para hablar del Rey Juan Carlos, traen al juez Castro, que casualmente fue candidato de SUMAR. ¡Imparcialidad ante todo! Si esto es periodismo, yo soy astronauta.
Cintora también encuentra tiempo para burlarse de Ayuso, de su novio, e incluso de Mario Vaquerizo (¿en serio, Mario? ¿Qué te ha hecho?). Hasta se atreve a tararear el himno del PP para “bromear” sobre cultura. Pero, curiosamente, no hay ni una sola broma sobre Sánchez. Ni una. ¿Será que el humor de Cintora tiene un límite que coincide sospechosamente con las líneas rojas del PSOE?
Y no podemos olvidar su ataque a Federico Jiménez Losantos, al que llama “el MVP del insulto”. Qué ironía, viniendo de un programa que dedica su tiempo a ridiculizar a todo el que no comulgue con la izquierda. Eso sí, de Ángelica Rubio, consejera de RTVE a propuesta del PSOE y envuelta en sus propios escándalos, ni una palabra. ¿Casualidad? No lo creo.
En resumen, Malas lenguas es un desfile de hipocresía que pagamos todos. Cintora, que ya en 2015 entrevistó a Sánchez para su libro La hora de la verdad, parece haber encontrado su propia verdad: ser el fiel escudero del presidente te asegura un programa en TVE, aunque sea para hacer propaganda disfrazada de periodismo. Así que, mientras Cintora se ríe de Feijóo, Ayuso y hasta de Rajoy, nosotros nos reímos (o lloramos) de este circo de más de 2 millones de euros. ¡Qué gran servicio público, Jesús! Sánchez debe estar orgulloso.