Si el mundo de los influencers fuera una telenovela, Ángel Gaitán sería ese galán que se tropieza con su propia capa de superhéroe y acaba en pelotas ante las cámaras. Imagina la escena: España, el país donde hasta las luces de Navidad en el coche son un drama nacional, y de repente, aparece este señor –sí, Ángel Gaitán, el tipo que se las sabe todas sobre accesorios viales– soltando una perla que podría competir con los chistes de Gila. En un video que ya no existe (¡poof, evaporado como un sueño húmedo en lunes por la mañana!), Gaitán se planta ante la cámara con su baliza V16 en la mano, esa lucecita LED que hay que poner en el coche como si tu Seat Ibiza fuera a desfilar en Benidorm Pride. Y dice, textualmente: «No estoy de acuerdo con la baliza V16, pero cómprame la mía». ¿Perdón? ¿Es una crítica o un infomercial de Antena 3 a medianoche?
Para los despistados: las V16 son esas señales luminosas que la DGT ha convertido en el nuevo talismán obligatorio de las carreteras españolas. ¿Por qué? Porque somos el único país en la UE que obliga a llevar esta chorrada para «mejorar la visibilidad» (léase: recaudar multas con estilo). Gaitán, en su infinita sabiduría, arranca el video despotricando contra la obligatoriedad: «¡Es una locura, no lo comparto, España es única en esto!». Hasta ahí, podría pasar por un activista vial, uno de esos que escribe cartas a la DGT con boli Bic. Pero entonces, ¡zasca!, gira la tortilla como un chef en MasterChef: «Aunque no me gusta, ya lo hacen todos, así que cómprate la mía. ¡Es más cara que las de la competencia, pero oye, calidad!». ¿Calidad? El hombre critica el producto… ¡mientras te vende su versión tuneada! Es como si un vegano te vendiera hamburguesas de ternera: «No como carne, pero pruébate esta, es de vaca ecológica».
La controversia estalló más rápido que un petardo en Fallas. En los comentarios del video (antes de que lo borrara, claro), la peña se le vino encima como una avalancha de piñatas rotas. «¡Patinazo épico, Ángel!», «Esto es peor que vender biblias a ateos», «Primero desacreditas a los demás y luego me pides pasta? ¡Vuelve a YouTube con trucos de magia!». Y no es para menos: en el mundillo de las ventas online, hay una regla no escrita (bueno, escrita en la ley de competencia desleal): no puedes machacar al rival para luego sacar tu clon cutre. Gaitán, en su afán por ser el Elon Musk de las luces de coche, olvidó que el público español no traga ruedas de molino. O de LED. ¿Reacción? Más bien un huracán de memes, con fotomontajes de Gaitán disfrazado de árbol de Navidad multado por la Guardia Civil. Y si la obligatoriedad de las V16 cae (como rezan algunos en foros, soñando con devolución de euros), el pobre Ángel se quedaría con un garaje lleno de bolitas fosforescentes y cero amigos.
¿Y por qué borró el video? Oficialmente, ni mu. Pero entre líneas, huele a «uy, la he cagado». El 26 de noviembre de 2025 –sí, hoy mismo, porque el karma no espera a Black Friday–, el enlace lleva a un vacío existencial: «Video no encontrado». ¿Arrepentimiento? ¿Presión de la DGT? ¿O simplemente, como buen influencer, midió la reacción y vio que los dislikes superaban a los likes como goles de España en una Eurocopa? Sea como sea, es el giro de trama perfecto: el tipo que te vende humo luminoso acaba apagando su propia bombilla. Ahora, Ángel, si lees esto (y con suerte, no borras el artículo), un consejo gratis: la próxima vez, vende calcetines con agujeros. Al menos, eso sí es coherente.





































