Si hay un país en el mundo en el que la cultura del «buenismo» ha arraigado muy fuerte ese país es, sin duda, España. El buenismo es esa forma de vida en la que vives con el discurso de lo políticamente correcto, para que no te tomen por negacionista o ultra de algo, a pesar de que el raciocinio y la lógica te indiquen que deberías adoptar otro discurso que quizás venda menos en las redes sociales y los medios de comunicación en general.
Si, tal y como dice el refrán, por la boca muere el pez, podríamos decir que también por la boca y por la cruda realidad, muere el buenista. El buenista cree que al ser feligrés de esa religión mayoritaria no le va a tocar sufrir lo que los ultras y negacionistas sufren, pero lo bueno de la vida, y también lo malo, es que la realidad siempre marca el camino. Y también el sabio refranero español: «Cuando las barbas de tu vecino veas pelar pon las tuyas a remojar».
Y esa va a ser la única solución para el buenismo: que llegue una cruda realidad que nos va a llegar a todos. Porque, háganse una pregunta sencilla: ¿los accidentes de tráfico siempre los van a sufrir otros? ¿Si en una ciudad plagada de importados aumentan los robos, es posible que algún día me pueda tocar a mi si vivo en esa misma ciudad, por muy buenista que sea?
Por eso, cuando vemos este vídeo, por mucho que nos solidaricemos con la víctima, tenemos que decirle: no es necesario aclarar a quien votas, simplemente, salte del lado buenista y empieza a denunciar, aunque las víctimas sean otras.