Diciembre en Madrid. Mes de luces navideñas, turrones indigestos y, por supuesto, el regreso triunfal de nuestro héroe nacional del terror sanitario: César Carballo. Sí, ese urgenciólogo con bata de superhéroe que, como un reloj suizo averiado, aparece cada invierno en las televisiones para anunciarnos que el fin está cerca. ¿Gripe? ¡No, una plaga bíblica! ¿Ingresos en hospitales? ¡El colapso del sistema! Y todo ello, por supuesto, resuelto con una mascarilla FFP2 que cuesta más que una cena romántica y una vacuna que «salva vidas» (o al menos, salva las audiencias de La Sexta).
Imaginad la escena: es 11 de diciembre de 2025, y César, con esa expresión de «acabo de ver un fantasma en el termómetro», tuitea un gráfico que parece sacado de una película de catástrofes de los 80. «¡La incidencia de gripe está absolutamente disparada!», grita al éter digital. El gráfico, cortesía de la Comunidad de Madrid, muestra una curva roja que sube como el ego de un influencer en ayunas: de 40 casos por 100.000 habitantes a más de 350 en unas semanas. Colores chillones para las temporadas pasadas (naranja, azul, verde, amarillo, como si fuera un arcoíris tóxico), y un umbral epidémico marcado con una línea punteada que dice «¡Corre, mortal!». ¿El pico? Aún no ha llegado, asegura. Porque, claro, ¿dónde estaría la gracia del drama si no nos deja con el suspense de «mañana será peor»?
La incidencia de gripe está absolutamente disparada, como no habíamos visto en muchos años. Muchos pacientes tienen q ingresar, y no hemos llegado al pico. Por favor: mascarilla en el trabajo,metro y lugares cerrados, y vacunacion masiva, esto SALVA VIDAS.
— Cesar Carballo (@ccarballo50) December 11, 2025
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Pero vayamos al grano, queridos lectores hipocondríacos: César no es un médico cualquiera. Es un comunicador sanitario. O sea, un doctor que ha descubierto que curar pacientes paga menos que curar el aburrimiento de las sobremesas televisivas. Desde la pandemia (esa que él narró como si fuera el guionista de The Walking Dead), Carballo ha convertido el prime time en su patio de recreo del pavor. «¿Mascarilla en el metro? ¡Por favor!», suplica en su tuit, como un predicador evangélico pidiendo óbolos. Y mientras, las replies le llueven como confeti en una fiesta sorpresa: «Ya tardabas en aterrorizar al personal», «Vende bozales para forrarte», «¡Tus vacunas causan más gripe que el frío!». Hasta le llaman «asusta-viejas». Pobre César, convertido en meme viviente. Si el humor fuera una vacuna, él estaría inmunizado de por vida.
Y ahora, el remate de la comedia: ¡ha actualizado su bio en X! Antes era solo «urgenciólogo y comunicador sanitario. Experto en nutrición». Suena a currículum de un dietista que odia las ensaladillas rusas. Pero oh, sorpresa: «Experto en Inteligencia Artificial y TI». ¿IA? ¿César Carballo, el hombre que hace que ChatGPT parezca un genio de la serenidad, ahora es experto en algoritmos? ¿Le ha pedido consejo a Grok sobre cómo predecir la próxima ola de mocos? Imaginadlo: «¡Atención! Mi red neuronal ha calculado que el 15 de diciembre, a las 14:37, un estornudo en Chamberí provocará el Armagedón gripal. ¡Mascarillas con chip NFC, ya!» O peor: usando IA para generar curvas de incidencia que suban más rápido que el precio de la electricidad. ¿Su próximo libro? Nutrición, pandemias y prompts: cómo sobrevivir al apocalipsis con un buen algoritmo.
En serio, César, si la IA es tan lista como dices, pregúntale por qué cada invierno repites el mismo guion: «Disparada», «Ingresos masivos», «¡Vacúnense o mueran!» La máquina te responderá: «Porque da views, colega. Y views = cheques». Mientras tanto, el resto de mortales nos abrigamos con humor negro y un buen caldo de gallina. Porque al final, el verdadero virus es el miedo… y tú, querido Carballo, eres su paciente cero. Sigue así, que nos entretienes más que Netflix. Pero, por favor, la próxima vez, usa la IA para predecir chistes. Necesitamos uno bueno.







































