Con el agendismo y la cultura woke te puedes esperar cualquier cosa, menos que hagan o digan cosas con cierta lógica. Un ejemplo podría ser Irene Montero. Cuando esta aprendiz de todo intenta explicar por qué las mujeres, que no lo son, deberían participar en competiciones deportivas de mujeres, se vuelve medio tarumba y en la misma explicación se contradice a sí misma.
Hace dos decadas, la meterian en un manicomio…hoy sientan catedra en subnormalidades. Asi nos va!!! pic.twitter.com/1dRdEYw29O
— Frank Cuesta (@Frank_Cuesta) January 19, 2025
Es decir, la carga dogmática que le han obligado a vendernos a todos es tan grande y ridícula que ni siquiera ella es capaz de explicar algo que no tiene sentido y que se cae por su propio peso.
Pero no se crean que esto es algo que sufra en exclusiva la agendista Irene Montero. Se lo pueden encontrar, también, en el padre de sus hijos, en sus compañeros de partido, en todos los miembros del gobierno, incluido el propio presidente, y también se lo va a encontrar dentro del teórico principal partido de la oposición, el PP, puesto que son fieles seguidores de la misma religión agendista, aunque parezcan lo contrario.
Y el asunto tampoco es una enfermedad que se sufra en España exclusivamente. Alrededor del mundo hay ejemplos hilarantes, como el del recién dimitido Justin Trudeau de Canadá. Y es que el tipo ha bloqueado a una cuenta parodia de Elon Musk en X (Twitter) y esa cuenta parodia se parte el eje con el Sánc-HEZ canadiense: «Justin… Sabes que soy el dueño de esta aplicación, ¿verdad?»