La Fiscalía Anticorrupción, esa implacable guardiana de la moral pública, ha decidido desenfundar su espada de la justicia y pedir nada menos que un año de cárcel para el exdiputado socialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo, alias Tito Berni, por cohecho y estafa en el caso Mediador. Sí, señores, un año entero tras las rejas por presuntamente aceitar favores y mover hilos como si fuera el Tony Soprano de Tenerife. Y no viene solo: su sobrino Taishet Fuentes y el resto de la alegre pandilla de acusados también se enfrentan a la temida sombra de la prisión en esta pieza separada. ¡Qué espectáculo, qué derroche de rigor penal!
Claro, uno no puede evitar notar el delicioso contraste que nos regala el sistema judicial español. Porque, verán, si eres un vulgar roba gallinas o, peor aún, alguien que no lleva las siglas del PSOE tatuadas en el alma, prepárate para que te caiga encima el peso de la ley como si hubieras atracado el Banco de España con una metralleta. Pero si perteneces a la noble estirpe de los intocables, esos que gobiernan con puño de hierro y corazón de oro, entonces tranquilo: la justicia suele ser más bien un masaje con final feliz. Sin embargo, parece que Tito Berni no recibió el memo y se atrevió a salirse del guion. ¡Ay, Tito, qué osadía la tuya!
El caso Mediador, para quienes no estén al tanto (o sea, para los que no leen las noticias entre siesta y siesta), es esa trama deliciosa en la que Tito Berni supuestamente usó su influencia como diputado para hacer favores a empresarios a cambio de regalitos varios: cenas, viajes, y quién sabe si alguna que otra palmadita en la espalda. Nada grave, ¿verdad? Cosas de la política, dirán algunos. Pero Anticorrupción, con esa severidad que reserva para los villanos de opereta, ha dicho «hasta aquí». Un año de cárcel para él, otro tanto para su sobrinito Taishet –que debe estar lamentando haber nacido en esa familia de genios–, y penas similares para el resto de los compinches. ¡Qué escarmiento ejemplar!
Es casi conmovedor ver cómo la Fiscalía se desvive por limpiar las calles de estos peligrosos criminales, mientras otros, con delitos que harían sonrojar a un mafioso siciliano, pasean tan campantes por los pasillos del poder. Porque, no nos engañemos, si esto lo hubiera hecho un mindundi de pueblo o un adversario político de los de siempre, ya estaría condenado a cadena perpetua revisable, con grilletes y una dieta de pan y agua. Pero como es Tito Berni, un ex del PSOE, la cosa se queda en un añito de nada, lo justo para que pueda reflexionar sobre sus pecados y volver al redil con una sonrisa.
Así que aquí estamos, aplaudiendo con ironía este despliegue de justicia implacable. Un año de cárcel por cohecho y estafa, ¡qué barbaridad! Seguro que los roba gallinas de España tiemblan en sus botas al ver cómo se las gasta la Fiscalía con los peces gordos. Mientras tanto, el resto de los mortales seguiremos preguntándonos cuándo se aplicará el mismo rasero a todos, pero eso, amigos míos, es una utopía demasiado aburrida para este circo nacional. ¡Que siga el show!