Pablo Iglesias, otrora faro moral de la política española como Vicepresidente, ahora se encuentra en un giro cómico, utilizando contenido generado por inteligencia artificial de la influencer Roro para mendigar dinero para su bar, La Taberna Garibaldi, en Lavapiés. Este movimiento no solo es éticamente cuestionable para un ex alto cargo, sino hilarantemente irónico, considerando que Iglesias previamente etiquetó a Roro como «nazi» por su rollo de «esposa tradicional», solo para ahora explotar su semejanza digital para su propio beneficio.
Primero atacas a Roro, la llamas nazi, haces campaña contra ella, y ¿Ahora la usas para conseguir dinero? En fin, lo vuestro es de traca. pic.twitter.com/72gAHMwTtE
— Graciela🌻 (@2grasia_) May 7, 2025
La campaña, que ya ha alcanzado el 50% de su objetivo, incluye endosos fabricados por IA de figuras como un falso Juan Carlos I, transformando la recaudación de fondos políticos en un espectáculo secundario bizarro de engaño digital. La nueva legislación de España contra el contenido de IA no etiquetado, que impone multas sustanciales, planea sobre esta hazaña, haciendo que las acciones de Iglesias no solo sean moralmente dudosas sino potencialmente ilegales, añadiendo otra capa de absurdidad a su carrera postpolítica.
⚠️ #CUIDADO | Pablo Iglesias utiliza un vídeo hecho con IA de la influencier Roro para pedir dinero en un Crowfouding para su taberna.
— Javi Oliveira (@javioliveira) May 7, 2025
En el pasado, la revista ‘Mongolia’ fue condenada por usar una imagen humillante del torero José Ortega Cano para vender entradas de un evento. pic.twitter.com/3q4KFvdpJ0
El trasfondo de los problemas legales pasados de la revista ‘Mongolia’ por tácticas promocionales similares con el torero José Ortega Cano sugiere que Iglesias podría estar siguiendo una tradición dudosa de marketing controvertido, ahora amplificado por la tecnología moderna. Críticos y partidarios por igual se quedan rascándose la cabeza, preguntándose si este es el mismo hombre que alguna vez predicó en contra de la manipulación que ahora está abrazando, todo por expandingir un bar en un barrio de moda de Madrid.
La preocupación global por los «deepfakes» y su mal uso en la política y el comercio se ejemplifica en las acciones de Iglesias, convirtiendo un issue serio en una broma sobre las medidas desesperadas de un ex líder. En un mundo donde influencers como Roro son tanto vilipendiadas como comercializadas, el pivote de Iglesias desde el terreno político elevado a golpes digitales bajos es un masterclass en hipocresía, servido con un lado de inteligencia artificial.