Si el karma tuviera un canal de YouTube, este vídeo sería su vídeo viral del año. Imaginaos la escena: estamos en 2025, el mundo ha superado farsemias, guerras y el regreso de los pantalones pitillo, pero de repente, ¡bum! Un bombazo televisivo nos recuerda que la ironía es el nuevo superhéroe de la comedia. En el programa La Comunidad de Canal Qüickie (sí, ese que suena a chiste de dentista), David Uviña, con cara de «acabo de leer el guion equivocado», destapa el secreto mejor guardado del corazón (y las venas) de la tele española: Paz Padilla, la reina de las risas enlatadas, le pidió a Kiko Matamoros un certificado de vacunación falso. ¡Toma ya, argumento más gordo que el de El Sexto Sentido!
Vamos al grano, que el vídeo dura menos que un TikTok de motivación: Kiko, el eterno colaborador de cotilleos con más arrugas que declaraciones de la RAE, suelta la perla sin anestesia: «Porque me lo he callado muchos años y ya no me sale de los huevos. Viniste a mí a pedirme que te consiguiera un certificado falso de que estabas vacunada». ¡Joder, Kiko! ¿Ya no te sale de los huevos? Hermano, si eso no es el eufemismo del siglo para «estoy harto de guardar secretos como un calcetín sucio», no sé qué lo es. Y Paz era otra de las famosas que necesitaba un salvoconducto de papel mojado para entrar en el club de los «vacunados virtuosos».
Y María Patiño se hace la sorprendida, reaccionando como si no supiera nada: «¡Bomba! Joder. Es que yo, fíjate, cuando he leído eso no pensaba en qué iba a pasar esta tarde». ¿En serio, María? ¿Pensabas que el chismorreo de hoy iba a ser sobre el nuevo peinado de Belén Esteban o el drama de quién paga el café en Sálvame? No, señor, hoy toca rabia existencial. Porque te da rabia saber que los que te llamaban «antivacunas egoístas» mientras te escupían virtualmente en Twitter, eran los primeros en la cola del falsificador. ¿Hipocresía? ¡Esto es hipocresía con esteroides y dosis doble!
Y no para ahí la gracia. En el vídeo se grita a los cuatro vientos: «Kiko Matamoros: ‘Paz Padilla es muy ignorante y mala persona'». ¡Ay, Kiko, el poeta del insulto! Porque nada dice «soy un caballero» como soltar que tu excompañera de plató es una ignorante mientras le recuerdas su pecado capital: pedirte ayuda para colarse en la fiesta de los pinchados. Imaginaos la escena en el camerino: Paz susurrando: «Kiko, porfa, un certificadito falso, que no quiero que me pinchen con ese veneno que me va a convertir en imán para cucharas». Y Kiko, el mafioso de los carnés sanitarios, pensando: «Vale, pero te lo cobro en favores y un día te lo echo en cara en directo». ¡Brillante! Es como si Darth Vader le dijera a Luke: «Te presto mi sable láser, pero no se lo cuentes a la prensa galáctica».
De esto está muy bien que se hable pic.twitter.com/LQ8s9U5DJT
— Bea Talegón (@BeatrizTalegon) December 1, 2025
Pero vayamos al meollo humorístico: ¿cuántos más hay en el saco de los falsificadores VIP? ¿Belén Esteban con su «pasaporte de los cojones»? ¿Jorge Javier con un QR tatuado en el ego? El vídeo no lo dice, pero las respuestas en X son un festival de especulaciones: «¡Normal que Paz no se quisiera vacunar!», «¡Caza de brujas en Sálvame!», y mi favorita: «¿Cuántos certificados se sacaron en Sálvame?». Porque, seamos sinceros, si el programa que más ha vendido dramas que pañuelos de papel ahora vende falsedades vacunales, ¿quién necesita Netflix? Esto es mejor que House of Cards: House of Falsos Certificados.
Al final, el vídeo nos deja con esa rabia agridulce, como comerte un limón disfrazado de chupa-chups. Paz Padilla, ignorante y mala persona según Kiko (que él sí que es un santo, claro), representa a todos esos predicadores del «vacúnate o muere» que, al final, preferían un PDF pirata a una aguja. Lección del día: la próxima vez que alguien te insulte por no vacunarte, pregúntale: «¿Seguro que tu certificado no lo imprimiste en la fotocopiadora de la esquina?». Y si es de la tele, ¡corre, que igual te piden uno a ti!
En resumen, gracias, Paz y Kiko, por recordarnos que en España, el cotilleo es más contagioso que cualquier virus. ¿Próximo escándalo? Apuesto por certificados falsos de «buena persona». ¡No os lo perdáis!






































