De nuevo llueven las injustas críticas contra «su persona» por una decisión que ha tomado como Presidente del Gobierno. Y es que parece que «su excelencia» no puede hacer nada sin ser criticado. Que llega a un acuerdo con un partido con el que antes había dicho que no iba a acordar nada, se le critica. Que decide encerrarnos a todos tres meses por nuestro bien, se le critica. Que decide recomendarnos un brebaje experimental por nuestro bien y el de sus cuentas personales, se le critica. Que cambia muchas veces de opinión como podríamos hacer cualquiera de nosotros si fuéramos igual de caraduras que él, se le critica y se le dice que miente.
Ahora también se le critica por nombrar a un ministro como Escrivá Gobernador del Banco de España, cuando se sabe que como presidente del Gobierno de un país en el que la gente nunca se queja de nada, puede hacer exactamente lo que le de la gana. Y eso es lo que ha hecho nombrando a Escrivá Gobernador del Banco de España, hacer lo que le da la gana puesto que nunca hay consecuencias para lo que hace. Hay que tener poca vergüenza para criticar a alguien a quien tenemos mal acostumbrado cuando nunca sufre consecuencia alguna para cualquiera de sus actos.
A esos críticos habría que decirles que, a pesar de todo, deberían alegrarse porque su ilustrísima, haciendo lo que le da la gana, podría haber nombrado a su hermano o a su mujer para el mismo puesto y no lo ha hecho porque es un hombre de principios. Su alteza es un hombre de principios y también de fines. En principio siempre está él y al final, también está él y sus conveniencias.
Por eso hemos de decir a todos los críticos que deberían callarse porque podría haber hecho mucho más de lo que ha hecho y ha decidido no hacerlo.
¡Ignorantes!