¿No sabes que está prohibido salir? ¿Qué pasa, quieres contagiar a la gente? No te la pongas, insensato, cómo se nota que no has visto nunca una UCI. Pues si no te la pones yo no ceno contigo en Nochebuena. Yo lo hago por mi, pero sobre todo por los demás. Menudo magufo bebelejías eres. Anda, terraplanista. Otro que cree saber más que los médicos…
Estas, y otras muchas frases que no hemos querido incluir, se han hecho tremendamente conocidas ya en la sociedad. Son frases pronunciadas por esa gente perfecta. Todos esos telecreyentes que, históricamente, nos han dicho aquello de «porque lo dice la televisión». A esa gente se la puede calificar de muchas formas, pero nosotros hemos preferido elegir una que se ajusta más a sus comportamientos y a su forma de ser: «los vacubrones» masculinos y femeninos.
Los vacubrones son gente que, en general, ya venían «empoderados» desde que nacieron. Gente «resiliente y sostenible» que lucha por el medio ambiente y contra el «climacambiático» apoyando la instalación de placas solares, con las que destrozar correctamente el terreno «ecológico», o parques eólicos con los que hacer las delicias de los amantes de las aves, pero de las aves disecadas.
El «vacubrón» medio, arduo vigilante de balcón en los encierros, se convirtió después en arduo preguntón ya que, cuando se cruzaba con cualquiera, le enseñaba el pinchazo en el brazo, cuando no lo publicaba en sus redes sociales con ojos orgullosos, porque el resto de la cara la llevaba prudentemente tapada con un bozal que no se quitaba ni cuando viajaba solo en el coche.
No tiene ideología política clara porque, aunque algunos decían detestar a Sánc-HEZ y su partido, después, cuando el de la Moncloa le dijo que tenía que estar encerrado tres meses y ponerse algo experimental en el brazo, fue el primero en colocarse en la fila llegando incluso a protestar cuando se acababan las dosis. El vacubrón puede protestar por cualquier cosa que suceda en España, pero no se le ocurrirá nunca protestar por la repentina muerte de un familiar o porque le hayan detectado una miocarditis ya que, total, no se podía saber y él solo hacía lo que tenía que hacer: seguir los consejos del Comité de Expertos.
Aunque la especie se está reduciendo en número, por razones obvias, todavía se detecta una superpoblación fácilmente identificable en playas, centros comerciales, hospitales y terrazas de bar, en las que se pondrá por las nubes si te ve fumando ya que le puede hacer daño a su salud, ya muy deteriorada por todas las veces que pasó por el vacunódromo.
Además de experto sanitario, ahora se ha convertido en experto ingeniero de aeronáutica y te explica como esas nubes interminables, rectas y permanentes que dejan los aviones a su paso es algo que se ha visto siempre, sacándote algún artículo de El País, de El Mundo o del ABC para certificarlo.
Al vacubrón le preocupa ahora mucho la política y los procesos electorales, pero sobre todo el de Venezuela. El de su país, en este caso España, no le preocupa demasiado porque te asegurará con datos de Antena 3 que España es una democracia consolidada que, gracia a pertenecer a la UE, goza de una limpieza electoral envidiada por todo el mundo.
Lo que más le mola ahora al vacubrón son los adelantos de los que «gozamos» gracias a la farsemia y a los encierros. El teletrabajo ha conseguido que no socialice ya más y de esa forma puede disfrutar de la consola siempre que quiera. Además, el «vacubrón» medio ha incorporado su tarjeta de crédito al teléfono móvil y al reloj. De esa forma, cuando paga en el Mercadona algún producto marca Agendado, las cajeras, los jefes de sección, los encargados del establecimiento y toda los clientes en general le miran con envidia cuando saca su móvil o pone el brazo en el lector con cara de interesante ya que, además, es uno de los afortunados en haberse puesto la mejor: ¡¡LA DE F@ISS€R!!
Ahora estará expectante con la llegada del cuento del simio porque va volver a tener algo que decir.