¡Bienvenidos a la comedia de errores más grande de Twitter! Hoy nos toca hablar del tuit de @Miss_Bennet5, que cita a un pobre diablo que confunde el clasismo con la educación. Sí, amigos, parece que en 2025 todavía hay quien piensa que pedir un poco de respeto formal es lo mismo que mirar por encima del hombro.
Nuestra heroína, Miss Bennet5, defiende a Rocío Gandarias, una empresaria que se divorció en los 70 con ocho hijos a cuestas y montó un catering de lujo que daría de comer a los Botín y a los Borbones. ¿El crimen de Gandarias? No querer que una desconocida la llame «cariño» o «corazón». Según el tuitero original, esto es clasismo, y la izquierda feminista debería atacarla por envidia. ¡Toma ya! Como si el feminismo tuviera tiempo para estas tonterías cuando hay cosas serias que resolver, como el cambio climático o el precio del café.
Pero vamos por partes. El tuit de @Miss_Bennet5 dice:
«Rocío Gandarias se divorció en los 70. Con 8 hijos, montó un catering exitosísimo. Hoy sigue trabajando. Debería ser ejemplo para la izquierda feminista. Pero la atacan porque no quiere que una desconocida la llame ‘cariño’ o ‘corazón’. Pura envidia siempre. No hay más.«
Y el tuitero original, en su infinita sabiduría, asegura que Gandarias es un «cáncer de nuestra sociedad» por no querer ser tratada como si fuera la protagonista de una telenovela. ¡Qué nivel de análisis, amigos! ¿No será que este señor confunde el clasismo con el hecho de que a algunos nos gusta que nos traten con un mínimo de formalidad? Porque, vamos, yo no soy Gandarias, pero si un camarero me llama «cariño» sin conocerme, me dan ganas de responderle con un «usted» tan frío que le congele el café.
Rocío Gandarias se divorció en los 70. Con 8 hijos, montó un catering exitosísimo. Hoy sigue trabajando.
— Miss Bennet (@Miss_Bennet5) November 16, 2025
Debería ser ejemplo para la izquierda feminista. Pero la atacan porque no quiere que una desconocida la llame «cariño» o «corazón».
Pura envidia siempre. No hay más. https://t.co/VzZmlCwyz6
Todo empezó con un clip del podcast «Rompiendo el Molde», donde Gandarias se queja de que la traten con términos cariñosos por desconocidos. Y, oh sorpresa, internet se llenó de genios que decidieron que esto era un ataque a la clase trabajadora. ¡Porque claro, pedir respeto es lo mismo que despreciar a los camareros! ¿No será que estos críticos nunca han trabajado en hostelería y no saben lo que es lidiar con clientes que te tratan como si fueras su mejor amigo después de tres cañas?
Imaginemos la escena: un camarero se acerca a Gandarias y le dice, «Hola, cariño, ¿qué vas a tomar?» Y ella, en lugar de responder, saca un contrato de 50 páginas donde especifica que solo acepta el tratamiento de «usted» y «señora». ¡Qué drama! Pero no, amigos, el drama lo montan los que ven clasismo donde no lo hay. Porque, ¿acaso no es posible que alguien prefiera un «buenos días» a un «hola, guapa»? ¿O es que ahora somos todos sospechosos de ser aristócratas en secreto?
Vamos a imaginar un mundo donde existe un «detector de clasismo». Este aparatito, que parece sacado de una película de ciencia ficción barata, suena cada vez que alguien pide un poco de formalidad. Así, cuando Gandarias dice, «No me llames cariño», el detector pita como loco y un grupo de activistas aparece en su puerta con pancartas que dicen, «¡Abajo el clasismo, arriba el tuteo!». ¡Qué escena más ridícula! Y es que, amigos, este detector no distingue entre un snob y alguien que simplemente valora la educación.
Podríamos imaginar también a Gandarias llevando un cartelito que dice, «Por favor, tráteme con respeto formal», mientras un camarero le responde, «Pero si yo solo quería ser amable, cariño». Y ella, con su mejor cara de póker, le dice, «Amable es usted, no cariño». ¡Qué intercambio tan español! Porque, al final, esto no es más que una discusión sobre modales, y los modales, como el buen vino, son dignos de apreciar.







































