En el tranquilo municipio de Torrevieja, Alicante, un peón de jardinería ha decidido que cortar césped y podar arbustos es algo que se puede hacer perfectamente desde el sofá, con una taza de café en una mano y el ratón en la otra. Sí, amigos, estamos ante el insólito caso de un jardinero municipal que pidió teletrabajar, y la historia es tan absurda que parece sacada de un capítulo de Parks and Recreation español.
Resulta que este valiente trabajador, asignado temporalmente al área de Tesorería (¡sí, de contabilidad a cuidar flores!), vio cómo sus 700 compañeros funcionarios disfrutaban de dos días de teletrabajo a la semana, incluyendo un lunes o viernes para empezar o cerrar la semana con estilo. «Si ellos pueden balancear libros desde casa, ¿por qué no puedo yo podar un seto virtual?», debió pensar. Así que, armado con su mejor argumento, solicitó unirse a la fiesta del home office. Pero, ay, el Ayuntamiento no estaba de humor para risas: ¡rechazo total!
El pobre jardinero, que probablemente soñaba con regar plantas desde su balcón mientras contestaba emails, se encontró con una respuesta digna de un manual de burocracia: «Lo sentimos, pero tus tareas de mantenimiento de zonas verdes y albañilería no son compatibles con el teletrabajo». ¡Claro, cómo se nos olvidó que las podadoras no funcionan por Wi-Fi! Aunque intentó apelar diciendo que su traslado a Tesorería lo hacía elegible, el Ayuntamiento fue implacable: «Temporal es temporal, amigo, vuelve a tus macetas».
La ley de teletrabajo en España, que desde 2022 permite a empleados públicos y privados negociar días desde casa (siempre que sea reversible y voluntario), no salvó al jardinero. Mientras cientos de funcionarios teclean desde sus pijamas, este héroe de las tijeras se queda con las manos vacías. ¿Y qué tal si el próximo paso es pedir un dron para podar desde el ático? Porque, vamos, si el césped no viene a casa, ¡la casa va al césped!







































