¡Bienvenidos al circo judicial más grande desde el juicio a la manzana de Adán! Hoy, en el banquillo: Álvaro García Ortiz, Fiscal General del Estado, acusado de revelación de secretos, prevaricación y, según algunos, de tener una agenda más llena que la de un influencer en Black Friday. Las pruebas contra él son tantas que necesitan un camión de mudanzas para llevarlas al juzgado: emails, audios, WhatsApps, informes, hasta un pósit con «No lo hagas» que ignoró como quien ignora la dieta en Navidad.
Pero ¡oh, sorpresa! En lugar de un señalamiento masivo, el Fiscal General está rodeado de un escudo humano de peloteros que harían sonrojar a un equipo de fútbol sala. Testigos que «no recuerdan nada» (¿Alzheimer colectivo?), periodistas que escriben columnas como si fueran cartas de amor, y fiscales subordinados que declaran con la pasión de un fan en un concierto de Taylor Swift. ¡Es el peloterismo en estado puro!
Imaginad: cientos de documentos, audios donde se oye «hazlo así y punto», emails que gritan «¡prevaricación!» y testigos que, en teoría, deberían hundirlo. Es como si el Fiscal General hubiera dejado un rastro de migas… pero de pan duro, porque nadie las pica. Una prueba estrella: un audio donde supuestamente ordena filtrar datos de la novia de Ayuso. ¡Escándalo! Pero el testigo dice: «Oí ‘filtrar’, pero pensé que era ‘filtrar café'». ¡Claro, hombre! En la Fiscalía, todo es un malentendido cafetalero.
Un testigo clave entra: «Señoría, vi al Fiscal General ordenando X». ¡Drama! Pero al día siguiente: «Rectifico, era mi imaginación después de ver demasiadas series de Netflix». Otro: «Oí ‘revelar secretos’, pero en contexto era ‘revelar el secreto de la paella'». ¡Genial! La Fiscalía parece un club de cocina encubierta.
Y los fiscales subordinados: declaran como si compitieran por el Oscar al Mejor Pelota. «Es el mejor Fiscal General desde… ¡desde siempre!» dice uno, mientras pide un aumento disfrazado de «justicia salarial». Peloterismo nivel: lamer botas con lengua bífida.
Al principio, los medios olían a escándalo: «¡Fiscal filtrador!» Portadas explosivas. Pero ¡zas! De repente, columnas como: «García Ortiz, víctima de una conspiración PP-Vox-Martians». Un periodista famoso: «Las pruebas son circunstanciales… como mi amor por el jamón». Otro tuitea: «#YoConÁlvaro, porque es guapo y justo». ¡Periodismo independiente? Más bien periodismo dependiente de subvenciones y cafés con el poder!
En el centro del huracán, García Ortiz sonríe como un gato que se comió al canario (y al ratón, y al loro). «Todo es un montaje», dice, mientras sus fans gritan «¡Te queremos!». Con tanto peloterismo, el juicio parece una fiesta de cumpleaños: pruebas como globos que nadie pincha, y todos cantando «¡Cumpleaños feliz… en el cargo!».
Moraleja: en España, si tienes pruebas en contra, asegúrate de tener más pelotas a favor. ¡Porque al final, el peloterismo siempre gana! El Fiscal General saldrá absuelto, ascendido y con libro autobiográfico: «Cómo Sobrevivir a 100.000 Pruebas con una Sonrisa».






































