Mientras disfruto de un agradable día soleado en mi jardín, no puedo evitar preguntarme cómo es posible que la gente esté tan convencida de cosas que no puede ver. Dicen que los polos se están calentando, que el hielo se está derritiendo y que el nivel del mar está subiendo. ¿En serio? ¿Alguien ha estado allí para verificarlo? ¿Han visto con sus propios ojos cómo el hielo ártico se transforma en un jacuzzi polar? Porque yo no. Y sin embargo, todos parecen tan seguros. Los científicos nos bombardean con gráficos, datos y modelos climáticos, pero ¿dónde está la prueba tangible, aquí y ahora, que pueda tocar con mis manos?
Y luego están los chemtrails. Ah, los chemtrails. Esas líneas blancas que cruzan el cielo y que, según los «expertos», no son más que estelas de condensación de agua dejadas por los aviones. ¡Por favor! ¿De verdad creen que somos tan ingenuos? Mientras estamos ocupados preocupándonos por un calentamiento global que no podemos ver, ignoramos las fumigaciones químicas que ensucian nuestros cielos a plena vista. ¿No es irónico? Dicen que son solo vapor de agua, pero ¿han analizado esas estelas? ¿Han visto los químicos flotando en el aire? No, porque los «expertos» nos aseguran que no hay nada que ver aquí, sigan con sus vidas.
Pensemos un momento. Si el cambio climático es tan real, ¿por qué no hay una fila de personas en los polos tomando selfies con el hielo derretido? ¿Por qué no vemos imágenes en vivo de osos polares sudando en hamacas? En cambio, nos muestran gráficos y proyecciones, como si fuéramos a creernos que el futuro está escrito en un PowerPoint. Y luego, cuando miramos al cielo y vemos esas líneas persistentes que no se disipan, nos dicen que son harmless. ¿Harmless? ¿Acaso no huelen la conspiración? ¿No ven que esos chemtrails son la verdadera amenaza, no el supuesto calentamiento global?
La gente se preocupa por el dióxido de carbono, por los gases de efecto invernadero, por la deforestación. Pero ¿dónde están las pruebas concretas? ¿No es más lógico pensar que los chemtrails, con sus supuestos químicos secretos, son los verdaderos culpables de cualquier anomalía climática? Después de todo, ¿no es más fácil creer en lo que vemos, aunque sea de lejos, que en lo que nos dicen que está sucediendo en lugares remotos?
En conclusión, mientras seguimos discutiendo sobre un cambio climático que no podemos verificar con nuestros propios ojos, ignoramos las evidencias claras de los chemtrails. ¿Cómo es posible que la gente sea tan crédula con unas cosas y tan escéptica con otras? Tal vez sea hora de que empecemos a cuestionar más a los «expertos» y menos a nuestra propia percepción. Al fin y al cabo, si no podemos ver el calentamiento de los polos, ¿por qué deberíamos creer en él? Y si vemos chemtrails, ¿por qué no deberían ser lo que parecen ser? ¡La lógica, amigos, la lógica!