En un giro de los acontecimientos que nadie vio venir (excepto tal vez un vidente ciego con un oráculo roto), se ha descubierto que existe un miembro de la familia Sánchez que, atención, no está imputado en nada. Sí, lo han leído bien. En un clan donde parece que ser investigado por la justicia es más común que tener una cuenta en Instagram, ha surgido un pariente que, contra todo pronóstico, no ha sido mencionado ni en un tuit de indignación ni en un expediente judicial. ¡Lleguen los vítores! O al menos, un aplauso moderado.
Resulta que, tras una exhaustiva investigación periodística (es decir, alguien revisó el árbol genealógico en Wikipedia y preguntó por WhatsApp), se ha localizado a Tito Sánchez, primo tercero por parte de madre, residente en un pueblecito perdido de La Mancha donde el Wi-Fi es tan malo que ni la Fiscalía llega. Tito, un hombre de 62 años que se dedica a cultivar tomates y a ver telenovelas, ha declarado a los medios (es decir, a su vecino Manolo, que luego lo contó en el bar) que no tiene ni idea de por qué no está imputado. «Yo soy un Sánchez, ¿no? Pensaba que venía de fábrica con una citación judicial», bromeó mientras regaba sus plantas.
La noticia ha causado un revuelo comparable al de un partido de fútbol en el que España marca un gol en el minuto 90. ¿Cómo es posible que Tito escape ileso de la tormenta legal que azota a su familia? Teorías hay muchas. Algunos sugieren que Tito es un agente doble del CNI, infiltrado en la familia para mantener una apariencia de normalidad. Otros creen que simplemente no ha tenido la oportunidad de meter la pata, porque, según él, «lo más ilegal que he hecho en mi vida es saltarme un semáforo en amarillo». Y no, no lo multaron.
El descubrimiento de Tito ha generado un debate nacional. ¿Es Tito un santo laico? ¿Un error del sistema judicial? ¿O simplemente un hombre afortunado que ha evitado el radar de la corrupción como quien esquiva un charco en la calle? Lo cierto es que su existencia ha sido recibida con alivio por Pedro Sánchez, quien, según fuentes cercanas (es decir, su perro), ha declarado: «Por fin alguien en la familia que no me da dolores de cabeza. Aunque, a este paso, lo imputarán por no estar imputado».
Pero no todo es color de rosa. Tito, ahora famoso por su impecable historial, ha sido invitado a tertulias televisivas, donde le han preguntado si planea entrar en política. «Ni loco», respondió. «Ya tengo suficiente con que me pidan recetas de gazpacho». Sin embargo, no faltan los que sugieren que Tito debería ser el nuevo líder del PSOE, porque, según ellos, «si no está imputado, es que algo está haciendo mal». Ironías de la vida.
En conclusión, queridos lectores, mientras Pedro Sánchez navega por un mar de investigaciones, su hermano, su mujer, varios miembros del PSOE y del gobierno se enfrentan a la justicia, y la opinión pública debate si el guano de pingüino puede salvar el clima, Tito Sánchez, el primo tercero, sigue cultivando tomates y siendo el único Sánchez que no aparece en un expediente judicial. ¿Será un milagro? ¿O simplemente un recordatorio de que, a veces, la virtud está en no hacer nada? Sea como sea, Tito, te mereces una estatua.