En un giro que nadie vio venir, pero que de alguna manera no sorprende a nadie, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, ha anunciado su candidatura para convertirse en el próximo Papa. Sí, has leído bien: el líder del PSOE cree que su currículum, que ya incluye sobrevivir a mociones de censura y pactos imposibles, lo hace el candidato ideal para liderar la Iglesia Católica. «Si puedo manejar a Podemos y a Vox en el mismo día, el Vaticano será pan comido», aseguró Sánchez en una rueda de prensa que dejó a los periodistas entre la risa y el desconcierto.
La idea, según fuentes cercanas al presidente, surgió durante una de sus sesiones de running matutino por Moncloa, donde, al parecer, tuvo una «epifanía». «Estaba escuchando mi playlist de motivación, y entre ‘Sweet Child O’ Mine’ y un discurso de Obama, me dije: Pedro, tú vales para todo. ¿Por qué no Papa? Total, el blanco me queda genial», habría confesado a su equipo. Y así, con la misma seguridad con la que presenta un plan de recuperación económica, Sánchez se lanzó a la conquista del trono de San Pedro.
El anuncio no ha estado exento de polémica. En el Vaticano, algunos cardenales han reaccionado con una mezcla de incredulidad y resignación. «Primero un Papa argentino, ahora un español que no sabe ni latín… ¿qué sigue, un Papa influencer?», se quejó un anónimo miembro de la Curia. Sin embargo, Sánchez no se inmuta. «No necesito latín, tengo carisma. Además, ¿quién no querría un Papa que sabe hacerse selfies y que puede improvisar un discurso de 40 minutos sin decir nada concreto? Eso es un don divino», replicó.
Para reforzar su candidatura, Sánchez ya ha presentado un plan de acción titulado «Iglesia 2030: Renovación con Encanto». Entre sus propuestas estrella están modernizar el Vaticano con un «Santo TikTok» para atraer a los jóvenes, cambiar las sotanas por trajes de diseño sostenible y, cómo no, introducir el Falcon como medio de transporte oficial del Papa. «El Papamóvil está muy visto, y yo soy más de aterrizar con estilo», afirmó.
Pero lo que más ha llamado la atención es su lema de campaña: «Pedro I, el Papa del Pueblo». Según Sánchez, su experiencia en política lo hace perfecto para el puesto. «He pactado con independentistas, he sobrevivido a la derecha más rancia y he hecho que hasta mi propio partido me quiera de nuevo. Si eso no es un milagro, que baje Dios y lo vea», bromeó, mientras se ajustaba una mitra imaginaria.
Las reacciones en redes sociales no se han hecho esperar. #PapaPedro se ha convertido en trending topic, con memes que van desde Sánchez bendiciendo en la plaza de San Pedro con una tablet en la mano hasta montajes de él paseando por el Vaticano con su característica sonrisa de «todo está bajo control». Incluso algunos tuiteros han sugerido que, de ganar, su primera encíclica se titularía La Audacia de la Moncloa.
Por ahora, el Vaticano no ha emitido un comunicado oficial. Mientras tanto, Sánchez sigue adelante con su campaña, asegurando que está listo para «llevar la fe a nuevos horizontes». Y aunque todos sabemos que esto no va a pasar, no podemos evitar imaginarlo: Pedro Sánchez, con su ego más grande que la Basílica de San Pedro, intentando convencer al mundo de que él es el elegido. Porque si algo tiene Pedro, es fe… en sí mismo.